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Las enfermedades son recurrentes, no obstante, hasta que se adopta un sistema de alcantarillados para mermar las plagas y las epidemias que diezman la población.
Los medicamentos representan lo obsoleto de la ciencia, de la práctica medicinal que solo empieza a ver la luz a mitad de siglo. Se recetan pastillas de mercurio, opio y su derivado el láudano como si fuesen los caramelos que hoy conocemos. Y como paliativo a más brotes de adicción o patologías aparece la cocaína, entre otros.
Como curiosidad, aquí un fragmento de Wikipedia:
“Aunque el óxido nitroso o gas de la risa ya había sido propuesto como anestésico en 1799 por Humphry Davy, fue en 1846 cuando se popularizó la anestesia entre la profesión médica, debido a un dentista americano llamado William Morton que usaba éter con sus pacientes.
En 1847, el cloroformo de James Young Simpson se presentó como anestésico y tuvo mejor aceptación entre la clase médica por ser mucho menos inflamable que el éter. El cloroformo adquirió popularidad en Inglaterra y Alemania después de que el doctor John Snow lo administrara a la reina Victoria para el nacimiento de su octavo hijo, el príncipe Leopoldo.
La medicina también se benefició del descubrimiento de los antisépticos por Joseph Lister en 1865. El uso del gas carbólico o fenol como antiséptico para lavar el instrumental, las manos de los cirujanos y las heridas abiertas, tuvo un efecto espectacular en la supervivencia operatoria de los pacientes.
Los anestésicos hicieron posible la odontología indolora. Al mismo tiempo, aumentó el consumo de azúcar en la dieta británica, lo que aumentó considerablemente los casos de caries dentales. Como resultado, a más y más personas se les extraían dientes y necesitaban dentaduras postizas. Esto dio lugar a los "Dientes de Waterloo", que eran dientes humanos reales incrustados en trozos de marfil tallados a mano a partir de mandíbulas de hipopótamo o morsa. Los dientes se obtuvieron de criminales ejecutados, víctimas de campos de batalla, de ladrones de tumbas, e incluso se compraron directamente a los desesperadamente empobrecidos”.
En la segunda mitad de siglo se pone en entredicho la creencia popular. Se comienza a dilucidar sobre lo que se daba por hecho, pues Darwin y Lyell rompen los moldes y animan a la sociedad a cuestionar la religión, los inicios de la humanidad, la ciencia, promoviendo así la teoría de la evolución.
Esto produce un interés progresivo hacia las ciencias naturales, el nuevo pasatiempo de la sociedad. Esta, sin embargo, no abandona sus dogmas. Es conservadora, moralmente correcta, disciplinada, virtuosa y religiosa, aunque en los barios bajos pulula la prostitución, y el adulterio está a la orden del día; eso sí, bajo un riguroso secretismo.
En temas policiales, la fotografía existe, pero no se destina a fines realmente notorios hasta 1893, cuando Inglaterra implementa el Bertillonage (de su inventor Bertillón). El francés llevaba una década utilizando dicha técnica. Lo mismo sucede con las huellas dactilares que tardan en ganarse un hueco en los métodos policiales.
La práctica nació en 1877 en la India, suscitando un sistema por el cual se evitaría que los pensionistas de la armada reclamaran su salario en repetidas ocasiones. Al mismo tiempo, un escocés, Henry Faulds, escribe un artículo donde asegura poder identificar criminales mediante sus huellas dactilares. Este enviará sus trabajos y recopilaciones a Charles Darwin que, mayor y enfermo, le confiará el descubrimiento a su primo, el antropólogo inglés Francis Galton. Estudiará la teoría que, más tarde, un policía de Buenos Aires, Juan Vucetich mejoraría y que, a su vez, el inglés Edward Henry instaría en adoptar a Scotland Yard en 1891-1901 como sistema de identificación.
Referente a la mujer. A finales de siglo se impone una ley “Acta de propiedad de las mujeres casadas” que da derecho a las mujeres a mantener la propiedad de su marido tras su fallecimiento, cosa impensable hasta la fecha. El derecho al voto es todavía inexistente. Si bien se contempla que las mujeres podrán pedir el divorcio y pugnar por la custodia de sus hijos, aunque en la práctica estas lo consiguieron en pocas ocasiones.
Atuendo. Bien que en 1851 Amelia Bloomer intentó introducir los pantalones bombachos (también era anti corsé), fue ridiculizada y tuvo que abandonar dicha ambición. A finales del siglo XIX, producto de los accidentes en bicicleta, algunas mujeres se atrevieron a vestirlos. En España, por ejemplo, ver a dos señoritas que los lucían en plena calle causó un tremendo escándalo, y eso que corría el año 1911.
En todo momento debía presentar un aspecto encorsetado, tanto en lo que implica la etiqueta, la moral o la vestimenta.
Adelantos:
El tranvía eléctrico se inauguró en 1885. Hasta 1890 no se usaron locomotoras eléctricas, si no las de vapor, para recorrer las líneas del metro.
Se implantó el sello para enviar la correspondencia “penny black”.
Nació el telégrafo y surgió la invención del teléfono, aunque como la luz eléctrica tardó en llegar a todos los hogares.
La luz de gas será reemplazada por la bombilla, pero no todos se lo podían permitir, por lo que no se implantó como una medida cotidiana hasta bien entrado el siglo XX.
Se abole la esclavitud.